miércoles, 24 de agosto de 2011

Cómo perdí mi corazón...

La sensibilidad aflora desde que nací,
la necesito para vivir ya que hasta he hecho de ella mi profesión…
las miradas me ponen los pelos de punta,
las caricias me dejan sin respiración,
sonrío con sinceridad, y cuando lloro, es de verdad…

Demasiado sensible, miles de orgasmos respaldan mi teoría,
y desde que vivo, sobrevivo,
un cuerpo diseñado para el sufrimiento,
una mente perturbada, una mirada bailarina, y una copa siempre bien cargada…

Pues bien, no sabría decir exactamente el día, pero no hace mucho,
la noche se hizo más amarga que nunca, y en la soledad de mis sabanas,
me encontré con el yo más profundo,
seria, miedosa, y confundida, paró un segundo el latir de mi corazón,
y a partir de ahí, le dio voz, y yo, para dejar de escucharlo, lo ahogué en alcohol,
y como me dijo un gran amigo, lo perdí en la barra de algún bar…
a saber, ahora, dónde andará… seguramente en algún lugar entre la locura y la cordura,
entre las sabanas quemadas, y la necesidad de atención,
o lo más probable, en un abismo, haciendo equilibrio, a punto de caer, concentrado para no perder, aferrándose a la vida, como si la cuerda sobre la que se apoya fuese un gran beso de verdadero amor.

Tarni

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