lunes, 7 de mayo de 2012

Romeo debe morir.

Y en el balcón estaba Julieta, fumándose un cigarrillo,
sabiendo que Romeo moriría por ella, literalmente.
Con la situación totalmente dominada,
sin poder disimular su sonrisa con una leve mueca, su corazón ni se inmutaba,
pues a ella nunca le hizo falta ningún veneno para paralizarla…
mientras que el de él…pobre feliz,
relinchaba en el pecho con el simple hecho de imaginar su mirada.
Un amor bonito…un amor de verdad…¡A saber qué pasó en realidad!

El amor es un juego con unas reglas muy sencillas, en el que dos jugadores se atan el uno al otro una soga al cuello; se empieza desde cierta distancia (depende de lo que queramos alargar la partida), y cada jugador va tirando, suave o bruscamente, a la vez que el contrincante le va ahogando…Del dolor al placer hay un paso, pero siempre gana el que aprieta más, y pierde el subordinado, suplicando que esa partida no ha valido, que hay que volver a empezar.

Y mientras Julieta da la última calada a su cigarro se le ocurre un plan,
terminemos cuanto antes, bastardo, que desde mi balcón, ahora mismo, jugarás.
Tiraré mis sábanas amarradas para que por ellas puedas trepar,
pero esto no es desinteresado, pues por un beso mio, si me quieres, con tu vida lo pagarás.
Romeo, sudoroso, titubea, así que Julieta sus armas decide sacar…
Empieza desnudándose y su lencería junto a su ropa a tirar,
y ya el resto os lo podéis imaginar…
Antes de quitarse el último zapato, Romeo, sólo, empalmado y ahorcado está.

Tarni.

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